CANARIAS NO QUIERE MIRAR HACIA ATRÁS

Acaba ya la campaña electoral. No sé si habremos conseguido nuestro propósito de hacer llegar a todos los canarios nuestras propuestas concretas para dar solución a los problemas actuales y afrontar con renovada ilusión los grandes retos de futuro. Pero al menos nos cabe la satisfacción de haberlo intentado.

Desde Coalición Canaria hemos hablado de la oportunidad que tenemos de emprender la segunda modernización, de la necesidad de dar ese giro social que nos proporcione mayor cohesión y calidad de vida, del imprescindible fortalecimiento de nuestra capacidad de autogobierno y del empeño que hemos de poner en la internacionalización de nuestros productos, servicios y conocimientos. Hemos propuesto los ejes básicos de un proyecto de ciudad global para hacer de Las Palmas de Gran Canaria la capital del Atlántico Sur. Hemos propuesto siete grandes planes comarcales para hacer de Gran Canaria un potente motor de desarrollo económico y social. Y hemos propuesto 1.100 acciones para consolidar a Canarias como una sociedad moderna, culta y avanzada, capaz de desempeñar un protagonismo activo en el mundo.

Pero ha sido difícil, sumamente difícil, que pudieran hacerse oír todas nuestras propuestas de futuro entre tanta bronca provocada por la resurrección del pasado. Algunos partidos han estado mucho más ocupados en atacar a sus adversarios políticos que en defender sus propias propuestas electorales, si es que las tienen. Dos de ellos particularmente, NC y PSOE, han puesto toda la carne en el asador para que se hablara lo menos posible de programas. En NC no creo que merezca la pena detenernos mucho, porque hasta puede resultar lógico que su discurso se centre en el pasado dada la escasa relevancia que va a tener en el futuro. Pero el caso del PSOE es más significativo por las grandes responsabilidades que tiene en el gobierno de España. Dejando para la historia aquello del “talante”, algunos de sus miembros han embarcado con destino a Canarias no solo a un candidato, sino también la crispación de la vida política nacional, orientando toda la campaña electoral hacia planteamientos puramente maniqueos: los buenos contra los malos, los limpios contra los sucios, el todo contra la nada; el discurso de las dos Españas, en suma, que creíamos afortunadamente ya superado.

¿Por qué este empeño? Quizás sea bueno recordar ahora que desde hace ya tiempo el PSOE se propuso un objetivo irrenunciable: coger el poder en Canarias sea como fuera: ahora o nunca –se dijeron después de las últimas elecciones generales. Y como era preciso ganar a toda costa “la guerra” que se anunciaba en el Manual de Campaña, había que desencadenar una crisis prebélica. En esa etapa previa –tal y como se decía en los viejos catecismos estructuralistas de los años sesenta— se trataba de crear “las condiciones objetivas” necesarias para el asalto al poder; es decir, había que generar un clima propicio al “cambio”. Aprovechando las corruptelas que algunos les sirvieron en bandeja, se empeñaron en sembrar la sombra de la sospecha sobre todo lo que no estuviera en sus “limpias manos”, aunque eso requiriera saltarse a la torera el sigilo profesional con que deben conducirse las actuaciones policiales y judiciales para asegurar su eficacia en la lucha contra la corrupción.

Una vez creado ese clima, en la campaña electoral debía alcanzarse el imprescindible clímax político para dar el salto al poder. No hacía falta detenerse mucho a analizar la realidad canaria para tratar de dar respuestas a sus necesidades actuales. Por eso el programa electoral era lo de menos: total, como son pocos electores los que se leen los programas, da lo mismo lo que se ponga en ellos, por lo que poca importancia puede tener copiarse alguno que ande colgado en la red. Lo importante era que el mensaje del “cambio” (ya convertido en puro “cambiazo”) calara hondo: aquí no se ha hecho nada bien, todo está podrido y sucio, nada de lo que hay nos vale. Al fin y al cabo, todo recurso es bueno para ganar una guerra, y más el de la propaganda fácil que no se atiene a muchas argumentaciones: ya se sabe, propaga, que siempre queda. Y en esa dinámica ha estado enrocado el candidato a Presidente del PSOE durante toda la campaña electoral. ¿Pensarán algunos que solo pueden ganar elecciones en situaciones extremas de crisis, ya sean reales o forzadas?

Los que piensen así van a salir derrotados el próximo domingo. Canarias no está en crisis, sino en el mejor momento de su historia. Los canarios sabemos bien donde estábamos hace 14 años y donde estamos ahora, y también somos conscientes del tremendo esfuerzo que nos ha costado alcanzar lo que hoy tenemos, sobre todo teniendo en cuenta los déficits históricos que arrastrábamos. Hoy ya somos un pueblo maduro, con identidad propia, que goza de educación y salud, que creamos riqueza y disfrutamos de un aceptable nivel de bienestar, que sabemos luchar por nuestras singularidades y derechos, y que tenemos capacidad para salir de nuestro aislamiento secular y proyectarnos hacia el mundo, porque ya hemos adquirido habilidades y conocimientos para emprender e innovar. Claro que tenemos carencias y distorsiones, por supuesto, y de eso se trata: de mejorar en los próximos años, de seguir avanzando en lo mucho que nos queda por hacer para ganar nuestro futuro. Pero ya no necesitamos que nos tutelen, ni tampoco que nos intenten arrastrar por la pendiente de la confrontación. No; Canarias no quiere mirar hacia atrás, sino hacia delante, con confianza en sí misma y en sus posibilidades. En eso estamos.

Las dos varas de medir del centralismo

Me da hasta sentimiento (como dice nuestra gente) ver el trato que a veces se nos sigue dando a los canarios por parte del Gobierno central. A fin de cuentas, el centralismo es el centralismo, cualquiera que sea el partido centralista que esté en el poder y cualquiera que sea la forma que revista.

En concreto, para este gobierno “con talante” del Señor Zapatero hay autonomías de primera, como Cataluña o Andalucía, y autonomías de segunda, como Canarias. No hay más que ver el diferente trato que nos están dando en la reforma de los Estatutos, en los Presupuestos Generales del Estado y en todos los programas de modernización de la economía. Además, parece que ese ‘talante’ lleva al PSOE a preferir, o a mimar más, a los nacionalismos más radicales e insolidarios, como los que representan Carod Rovira y Otegui, que otras opciones más mayoritarias y que han contribuido mucho más al desarrollo del Estado, como Convergencia y Unión y Coalición Canaria.

Entrando de lleno en el tema estatutario, desde el año pasado los canarios hemos querido dotarnos de un nuevo Estatuto de Autonomía. No hace falta recordar que ese texto no es el Estatuto de Coalición Canaria, sino el que mayoritariamente fue aprobado por el Parlamento de Canarias, también con la aprobación del PSOE de Canarias. Se trata de un instrumento jurídico esencial para consolidar nuestro autogobierno, pues necesitamos que se nos reconozca definitivamente la insularidad y la lejanía, es decir, nuestra condición de región ultraperiférica, que es el hecho diferencial más evidente y más notorio, más diferente, de cuantos existen en el Estado español. Y también necesitamos que España, como política de Estado, asuma y defienda nuestras singularidades en Europa, y más en un momento como éste en que Francia trata de echar por tierra la Constitución Europa que garantizaba nuestro reconocimiento como región ultraperiférica.

Pues bien, el nuevo Estatuto de Autonomía de Canarias está ahora en Las Cortes durmiendo el sueño, no de los justos, sino de las conveniencias ajenas a Canarias. Ha sucedido, en este asunto, lo que siempre ocurre con el centralismo: que aplica distintas varas de medir, en función de los intereses que se cuecen en Madrid. Así, mientras que para una Comunidad se dice que se respetará su voluntad, para la otra no se tiene en cuenta la suya; mientras que para una Comunidad hay celeridad, para la otra hay demora; mientras que para una Comunidad es buena una determinada transferencia, para la otra es mala… ¡Demonios, con qué impunidad se atreven a despreciarnos, aunque lo hagan con… “talante”!

El nuevo Estatuto de Autonomía

Se debiera hacer un mayor esfuerzo para que todos los canarios conocieran bien el texto del nuevo Estatuto de Autonomía de Canarias. La difusión de sus contenidos me parece una tarea imprescindible de pedagogía para el ejercicio de una ciudadanía activa. Y por aquello de que hay que predicar con el ejemplo, quisiera comentar brevemente porqué considero que el nuevo Estatuto es crucial para asegurar nuestro futuro desarrollo.

El nuevo Estatuto es, en primer lugar, afirmación de nuestra identidad. La definición de Canarias como Archipiélago Atlántico permite renovar nuestro principal instrumento de identificación como pueblo, lo cual nos tiene que dar un nuevo impulso para garantizar nuestra autonomía política y reforzar nuestra condición de comunidad diferenciada, geográfica, histórica y culturalmente.

El nuevo Estatuto es, en segundo lugar, confirmación del reconocimiento de nuestra insularidad. La introducción del principio de modulación derivado de ser unas islas alejadas del Continente europeo es un notable logro. Este precepto impondrá al Estado la obligación de adaptar sus políticas a la realidad ultraperiférica de Canarias en diversos ámbitos estratégicos, como el medio ambiente, los transportes, el mercado interior, las materias primas y las telecomunicaciones.

El nuevo Estatuto es, en tercer lugar, instrumento para proyectarnos hacia el mundo. La posibilidad de desplegar una acción exterior propia consolidará a Canarias como plataforma tricontinental en esta parte del Atlántico y abrirá a todos los canarios nuevas perspectivas de intercambios sociales y comerciales con los países de nuestro entorno. Esto es vital en el mundo globalizado que vivimos, y más con la imperiosa necesidad de colaborar activamente en el desarrollo del continente africano.

El nuevo Estatuto es, en cuarto lugar, un primer paso para empezar a ser dueños de nuestro mar. El reconocimiento de nuestra realidad archipielágica, con la incorporación de las aguas que rodean las islas al territorio de nuestra Comunidad, permitirá el ejercicio de nuestras primeras competencias marítimas. Esto mejorará la gestión y protección de nuestra mar; el control de la navegación, del comercio, de la pesca y de los efectos para la seguridad de los recursos del mar, así como la calidad ambiental de nuestras aguas.

El nuevo Estatuto es, en quinto lugar, instrumento para impulsar nuestro desarrollo económico. El blindaje de nuestro Régimen Económico y Fiscal (sumamente importante), la creación de la Agencia Tributaria Canaria y la asunción de nuevas competencias en gestión portuaria y aeroportuaria y en el tráfico aéreo interinsular son las nuevas herramientas económicas a nuestro alcance. Esto permitirá garantizar nuestro más potente instrumento para la creación de riqueza y empleo, gestionar más eficazmente los tributos canarios y disponer de una política propia en materia de transportes, lo cual facilitará nuestro papel como plataforma logística intercontinental liderando importantes procesos en esta parte del Atlántico.

El nuevo Estatuto es, en sexto lugar, garantía para propiciar el avance social. La mejora sustancial de la financiación de los servicios básicos, la ampliación de los derechos, la introducción de nuevos principios rectores en las políticas sociales, la creación de la policía canaria y el reforzamiento de la administración de justicia constituyen otras importantes novedades. Todo esto permitirá gestionar más eficazmente la prestación de servicios tan esenciales como la educación y la sanidad, mejorar las condiciones de vida de los canarios, impulsar un modelo de desarrollo sostenible acorde con nuestros valores ambientales, tener mayor seguridad ciudadana y facilitar el ejercicio de la administración pública y de la justicia.

Finalmente, el nuevo Estatuto es cauce para la modernización de nuestras estructuras administrativas. La posibilidad de disolución del Parlamento, la introducción de nuevas fuentes normativas (como los Decretos Leyes y los Decretos Legislativos), la necesidad de celebrar un referéndum para reformar el propio Estatuto y el reforzamiento de nuestros cabildos y ayuntamientos como pilares básicos para el ejercicio del gobierno insular y municipal son las novedades más significativas en este ámbito. Estas nuevas competencias permitirán mejorar nuestras instituciones, reforzar nuestra democracia y acercar las administraciones locales e insulares a los ciudadanos, garantizando la prestación de unos servicios públicos de calidad en igualdad de condiciones para todos los canarios, vivan donde vivan.

Siete poderosos argumentos, en suma, para que los canarios exijamos la aprobación inmediata de un Estatuto que ha de ser, sobre todo, instrumento para nuestra proyección de futuro. Porque con el nuevo texto estatutario podremos consolidar el desarrollo y el avance que hemos logrado hasta ahora y asentarnos definitivamente como una sociedad próspera, avanzada y culta que se asoma al mundo desde su insularidad atlántica para ser protagonista de su historia. Lo tenemos que lograr. Después de 25 años de autonomía, ya no somos un pueblo que precise de tutelas, sino un pueblo que quiere ser dueño de su propio destino.

Para bajarte el texto del nuevo Estatuto, pincha aquí

Una pregunta y una respuesta.

Ayer tuve ocasión de recibir en mi página Web personal la siguiente pregunta:

Le he escuchado a usted y al señor Mauricio decir en varias ocasiones en esta campaña que Gran Canaria se está quedando retrasada a nivel regional. ¿Significa eso que si su partido vuelve a presidir el Gobierno de Canarias invertirá más en Gran Canaria que en el resto de las islas al ser la isla más necesitada en las actuales circunstancias?. Es que he escuchado a Ricardo Melchior anunciar la creación de un anillo insular en Tenerife con un AVE, y al comparar lo que ha pasado esta pasada legislatura en inversión al transporte con el tema del tranvía, me he echado a temblar...


Esta fue mi respuesta:


Me he tomado algún tiempo para responder a su pregunta porque la considero tan interesante que quiero hacerlo con todo detenimiento.

Gran Canaria ha ido perdiendo protagonismo, cierto, pero no porque el Gobierno de Canarias haya invertido menos en ella que en otras islas. Tengo datos contrastados de los presupuestos liquidados durante los últimos cuatro años por islas y le puedo asegurar que Gran Canaria, lejos de ser perjudicada por el Gobierno de Canarias, ha recibido más financiación para inversiones por habitante que Tenerife, por ejemplo. Los partidos que hacen propaganda diciendo lo contrario simplemente mienten. Sin entrar en las motivaciones e intereses que tienen para mentir, porque sería muy largo de contar, sí le diré que siempre es más fácil echar la culpa a otros que asumir las responsabilidades de los fracasos propios.

Digo esto porque creo que los males de Gran Canaria tienen su origen y su solución dentro de nuestra isla y no fuera de ella. Aquí nos pasamos mucho tiempo enfrascados en peleas partidistas, en disputas localistas y en enfrentamientos institucionales que demoran la toma de decisiones en muchos temas importantes para el desarrollo de la isla. Así ha pasado con las dotaciones de suelo industrial, la implantación del gas natural, la construcción de la cárcel, la terminación del puerto de Arinaga, la ubicación de los complejos ambientales para la gestión de residuos y los planes de ordenación urbana de las ciudades turísticas (como San Bartolomé de Tirajana) que hagan posible la reconversión de nuestra planta alojativa obsoleta, por poner tan solo algunos ejemplos. No creo que de nada de ello tenga la culpa el Gobierno de Canarias, ni mucho menos la “Isla del Infierno” –como recordé que significaba el nombre de Tenerife cuando aquella polémica sobre quitar el “Gran” a nuestra isla, y como algunos parecen empeñarse en considerarla todavía, lamentablemente.

Para colmo de males, no tenemos en Gran Canaria un Cabildo fuerte, con la cabeza y los cinco sentidos puestos en nuestra isla y no en ninguna otra parte, es decir, un auténtico gobierno de Gran Canaria, como ocurre en el resto de las islas del Archipiélago. Un Cabildo que se ponga a liderar nuestro desarrollo insular en positivo, propiciando iniciativas y coordinando esfuerzos financieros con los municipios, con el Gobierno de Canarias y con el Gobierno estatal, y ello pese a las inmejorables condiciones que tenemos y el gran dinamismo que posee nuestra sociedad y nuestras empresas.

Dicho esto, que me parece fundamental para centrar el tema, entro concretamente a responder a lo que usted plantea. Cada isla ha de tener su propio modelo para asegurar unas comunicaciones de primer nivel en el interior de cada una de ellas. Tenerife, por las características de su poblamiento y de sus centros económicos, ha optado por el tren, y me parece muy bien si eso da solución a sus necesidades. Y Gran Canaria ha optado por otro modelo: impulsar una potente red de carreteras, puesto que de momento el tren no se considera la solución idónea a nuestros problemas de comunicaciones, si bien es conveniente dejar reserva de suelo suficiente por si puede serlo en el futuro.

Pues bien, en el tema de las carreteras, si se ha producido algún desequilibrio inversor durante los últimos años ha sido, sin duda, a favor de Gran Canaria. Pero no creo que esto se deba a que el Gobierno así lo haya querido, sino porque nuestros proyectos han estado terminados a tiempo y los de Tenerife no, que ha preferido priorizar el tranvía. Nadie puede sostener que Gran Canaria haya sido perjudicada en este tema cuando, por ejemplo, están licitadas y a punto de adjudicarse, y por tanto se terminarán en los próximos años, la IV fase de la circunvalación de Las Palmas, con lo cual se cierra toda la circunvalación metropolitana (por cierto, Tenerife aún no ha podido empezar la suya, y mire que Santa Cruz tiene graves problemas de tráfico), y también la autopista Puerto Rico-Mogán (por cierto, no sé si usted conoce el estado de las carreteras del sur de Tenerife). Nadie puede sostener perjuicio alguno para Gran Canaria cuando la única carretera que no se ha comenzado, pese a que disponía de financiación para ello, ha sido la del Norte, y no hace falta recordar por qué (de nuevo, la causa del problema ha estado en Gran Canaria, y no fuera de la isla).

Por tanto, si Coalición Canaria vuelve a presidir el Gobierno de Canarias (como así deseo y creo que va a ser) seguirá invirtiendo los recursos públicos con criterios de rigor, equidad y equilibrio, y procurando que esas inversiones den solución a los problemas que tengan todas las islas, de acuerdo con las opciones que sean más adecuadas para cada una de ellas. Y en Gran Canaria, más que echarnos a temblar por las soluciones en infraestructuras por las que opte Tenerife, deberíamos echarnos a temblar si los grancanarios seguimos poniendo obstáculos para que no consigamos rematar, con la ayuda del Gobierno de Canarias, las carreteras Agaete-La Aldea, la IV Fase de la Circunvalación, los tramos Guía-Pagador y Pagador-Moya, la Variante de Bañaderos, la autopista Puerto Rico-Mogán, la carretera Mogán-La Aldea, el acceso a Teror y la mejora del acceso al Centro de la isla; si no fuéramos capaces de ampliar el Puerto de Agaete y salir del empantanamiento en que se encuentra la terminación del de Arinaga; si no fuéramos capaces de conseguir del Estado (léase AENA) la construcción de la segunda pista del Aeropuerto de Gran Canaria; si no fuéramos capaces de dotarnos de una potente red de telecomunicaciones y de una adecuada red para el suministro de energía, y si siguiéramos obstaculizando la disposición de suelo para disponer de las infraestructuras que necesitamos para el desarrollo empresarial: polígonos industriales, parques tecnológicos y parques logísticos.

Todas esas infraestructuras han de ser nuestra gran AVE, que nos lanzará hacia la estación a la que queremos ir: ser un gran motor de desarrollo económico para toda Canarias, porque tenemos condiciones sobradas para hacerlo, si nos lo proponemos. Pero para ello debemos dejar de estar mirando tanto a los otros y concentramos más en lo que tenemos que hacer nosotros para dar solución a los problemas que tenemos aquí, dentro de la isla. Este es el AVE al que se va a subir toda Coalición Canaria, la de Gran Canaria y la de todas las islas, se lo aseguro, y yo trabajaré activamente desde el Cabildo para que así sea. No sé si conseguiré hacerlo con su voto, pero al menos me queda la satisfacción de haberlo intentado.

Agradeciéndole su pregunta, reciba un cordial saludo,

Manuel Lobo

Cambio, ¿qué cambio?

Siento una profunda desconfianza hacia aquellos que en época electoral se llenan la boca prometiendo algo que ya se sabe que no pueden cumplir. Digo esto a propósito de ese presunto cambio del que tanto alardea el PSOE de Canarias.

El cambio –todos lo sabemos– es algo consustancial a la vida misma. Lo es, sobre todo, en este mundo globalizado en que nos movemos, en el que las cosas cambian a un ritmo tan vertiginoso que tenemos que tener una actitud propicia al cambio permanente, a la innovación, al aprendizaje, a la adaptación, a la mejora continua. Pero algunos utilizan el cambio, en vez de como expresión de esa necesidad humana y social, como mero instrumento de propaganda electoral. Y cuando el cambio se utiliza con esta finalidad partidista, la cuestión fundamental es plantearse de qué cambio se trata.

Pues bien, me he puesto a indagar detrás de esa promesa electoral de cambio que hace el PSOE, he leído sus programas (los que dicen no ser copiados) y la verdad es que no encuentro ninguna propuesta que concrete esa promesa de cambio. Esa ausencia de propuestas para el cambio me induce a pensar que lo que realmente buscan es aprovechar esa necesidad de cambio que sentimos todos con las cosas que deben funcionar mejor para proponer un cambiazo. Un auténtico cambiazo, porque en muchos temas están proponiendo lo mismo que ya se viene haciendo en Canarias, como sucede con sus propuestas para la educación, por ejemplo, que se limitan a reproducir el Pacto Social por la Educación que ha impulsado Coalición Canaria, pero ahora puesto en sus propios programas de forma ligeramente retocada. ¡Vaya cambio!

Como dice el refrán, una cosa es predicar y otra dar trigo. Una cosa es llenarse la boca con el cambio y otra bien distinta esforzarse en diagnosticar qué cambios necesita nuestra sociedad y hacer propuestas que sean viables para mejorar nuestra situación y asegurar nuestro futuro. Eso es lo difícil, y eso es lo que no termino de encontrar en los programas del PSOE, si es que son suyos, que ya uno no sabe bien si realmente los tienen.

Este proyecto es lo nuestro

En esta campaña electoral estoy aprendiendo mucho. Como todo esto es nuevo para mí, estoy aprendiendo a dar mítines, a abordar a la gente en el mercado, a tener debates con otros candidatos y a vivir como la turronera, del tingo al tango. Pero lo que más satisfacciones me está produciendo es el encuentro, el contacto personal, con nuestra gente.

Y me están pasando cosas curiosísimas. Les cuento una. El otro día me encontré con una antigua alumna por la calle y, después de saludarnos cariñosamente, me dijo: “Manolo, ¿cómo es que tú, siendo una persona tan progresista como eres, no estás en el PSOE en vez de en Coalición Canaria”. Y poco después, a la entrada de un acto, un señor mayor, muy amable y respetuoso, al que no conocía hasta entonces, me hizo la misma pregunta, pero en sentido contrario: “Don Manuel, ¿cómo es que Vd., siendo una persona de autoridad y orden, como le tengo para mí, no está en el Partido Popular en vez de en Coalición Canaria?

Pues bien, siendo preguntas tan dispares, no tuve más remedio que dar parecidas respuestas a ambas. “Precisamente por ser amante del progreso de la sociedad, progresista de verdad y no solo de boquilla” –le dije a mi ex alumna—, “no puedo estar en el PSOE, sino en Coalición Canaria”. Precisamente por ser respetuoso con la autoridad y las cosas bien ordenadas, pero no un autoritario ni partidario del ordeno y mando, no puedo estar en el PP, sino en Coalición Canaria”. “Y además” –les dije a ambos— “soy canario y practico la canariedad. ¿Qué sería de nosotros, los canarios, si no tuviéramos una voz propia que defienda nuestros intereses, nuestras singularidades como canarios, por encima de otras consideraciones?, ¿crees tú (o cree usted), realmente, que Canarias tendría el régimen económico y fiscal, el estatuto de región ultraperiférica y las inversiones estatales y europeas que hoy podemos disfrutar todos los canarios si no hubiera existido Coalición Canaria?” Fue suficiente: ambos me reconocieron lo innegable: que hay que pensar y actuar en clave canaria para que tengan en cuenta a Canarias y a los canarios, para que se nos respete de verdad y para que se nos reconozcan nuestros derechos.

No sé si esas dos personas votarán por Coalición Canaria, pero estoy seguro de que son conscientes de su necesidad. Reconocen, desde sus propias preferencias ideológicas, que si Coalición Canaria no existiera, habría que inventarla. Eso es lo bueno de este partido y por eso estoy en él: que en este proyecto cabemos todos los canarios que estemos por el progreso de nuestra gente y de nuestra tierra y que cultivemos esos valores de la autoridad bien ejercida y de las cosas bien ordenadas que tanto nos enseñaron a respetar nuestros padres desde que eramos niños. Porque este proyecto es lo nuestro.

Nuestros próximos desafíos: la segunda modernización de Gran Canaria

Los próximos años serán decisivos para Gran Canaria. Están definidas todas las condiciones para que nuestra isla avance y se incorpore al gran objetivo de modernización, progreso y giro social que propone Coalición Canaria.

Durante el tiempo que ha transcurrido desde el comienzo de la campaña electoral, hace hoy una semana, he presentado, junto a mis compañeros de candidatura, las 340 propuestas para desplegar las políticas insulares que hagan posible Gran Canaria, con acciones que reactiven el enorme potencial que tiene la isla y todas sus comarcas.

Estas propuestas, no forman parte de una utopía, después de 15 años de crecimiento ininterrumpido, los canarios podemos dar ese salto de calidad que necesitamos para situarnos definitivamente en la senda de la modernidad. Una senda a la que se llega, en un mundo como el actual, por la vía de la mejora en competitividad económica y en cohesión social.

Los grancanarios debemos avanzar hacía la segunda modernización de nuestra tierra, para responder a los nuevos retos que nos plantea una economía globalizada buscando una sociedad más cohesionada dando un giro social a las políticas públicas y permitiendo así redistribuir la riqueza, prestando atención especial a las personas que más lo necesitan, y mejorar nuestra calidad de vida.

A lo largo de estos días seguiré insistiendo en la necesidad de apoyar las políticas renovadoras e integradoras que Coalición Canaria presenta para el Cabildo de Gran Canaria basada en la necesidad de tomar decisiones, no como hasta ahora, aglutinado a todas las comarcas de Gran Canaria en torno a una misma idea de isla sirviendo a todos los canarios.

Para llevar a cabo nuestro mensaje utilizaremos todos los medios a nuestro alcance, incluido este blog, al tiempo que recabaré todas las sugerencias que me quieran hacer llegar por este u otro medio.