Política municipal, la gran política

Se avecinan unas nuevas elecciones municipales y autonómicas. En ellas los partidos disputarán el poder municipal. Pero hay varias cuestiones que posibilitan ser una fuerza decisiva para gobernar los ayuntamientos en numerosas ciudades y pueblos de nuestra isla.

Para alcanzar ese objetivo es preciso contar con una gran cantidad de propuestas sólidas que ofrecer para mejorar los servicios municipales; también es necesario presentar numerosas capacidades personales y colectivas que poner al servicio de la gestión local; otro aspecto es la voluntad de darles a los propios vecinos el protagonismo político que les corresponde; presentar iniciativas que aunar en torno a un proyecto dinámico e innovador que aporte valor a nuestros municipios,… que, si a todo eso le ponemos el aderezo necesario del trabajo constante y perseverante, hecho con ganas e ilusión, y se sabe estar unidos en torno a unos mismos propósitos, esa alternativa política conseguirá, de verdad, ganar la confianza y el apoyo de mucha gente.

Haciendo las cosas bien, como hay que hacerlas, de forma inteligente –es decir, ofreciendo soluciones coherentes, incorporando nuevas iniciativas, y estando en estrecho contacto con la gente— se puede conseguir movilizar a muchísimas personas que desean, de verdad, que muchos de nuestros municipios salgan, por fin, de tanta atonía y ausencia de criterio en la gestión, de tanta torpeza y empecinamiento en las actitudes, de tanta descoordinación entre unas y otras instituciones, de tanta falta de proyecto colectivo y de tanta corruptela y descrédito público en el ejercicio de la política. Unas situaciones que, si se dan ahora con tanta frecuencia en Gran Canaria, es por el excesivo poder que tienen esas mayorías locales que, o bien no han aprendido a pensar más allá de lo que tienen entre manos en cada momento -y mucho menos piensan estratégicamente-, o bien piensan poco que en la política no se está por figurar o para servirse de ella, sino que se está porque se tiene voluntad de servir a los demás y para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Porque el ejercicio de la política municipal solo tiene sentido cuando se propone y logra, cuando persigue y consigue, mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Así entiendo la política, el interés general y el servicio público en todos los ámbitos de actuación, y en el caso de la política municipal con mayor fundamento si cabe. Porque los ayuntamientos, como administraciones más próximas a los ciudadanos, son parte de nosotros: vivimos en municipios, y de los municipios recibimos infinidad de bienes y servicios de forma continua, a veces sin darnos cuenta de ello, por lo que su gestión tiene una enorme incidencia en nuestras vidas.

Es ahí, en los municipios, y no en otro sitio, donde se hace la gran política. Porque la gran política no es más que la coherente articulación de las políticas menudas, esas que se hacen todos los días y a todas horas gestionando los asuntos que nos afectan a todos directamente: las licencias para viviendas, el agua del grifo, la recogida de basuras, la limpieza de las calles, la vivienda para los jóvenes, la atención personalizada a mayores, el mantenimiento de los colegios, el tráfico en las calles, las multas y sanciones de la policía local, la celebración de las fiestas, el acceso para discapacitados, la organización de las competiciones deportivas, y todos esas cosas que hay que decidir en las diversas áreas y que tanto afectan a nuestro desarrollo personal y colectivo.

Precisamente por eso, es en los municipios donde se gana o se pierde unas elecciones, donde se decide la mayoría que va a gobernar, ya no solo en los ayuntamientos, sino también en el Cabildo de Gran Canaria y en el Gobierno de Canarias. De ahí la tremenda importancia que tiene el trabajo en los diversos municipios de la isla donde se aspira a tener representación y, de ser posible, el gobierno. De ahí la tremenda importancia que tiene el esfuerzo de reflexión para orientar los programas electorales y las políticas municipales de futuro.

Para ganar esa batalla, la batalla de ganar la confianza de los vecinos, que va a ser dura y, por tanto, requerir de cada uno el máximo esfuerzo, lo primero que se ha de tener es una estrategia, un norte claro, unos propósitos bien definidos. Porque sin estrategia no se puede convencer, pues la gente sabe perfectamente que un alcalde y sus concejales deben actuar estratégicamente: se les elige para que desarrollen una labor que exige conocer, analizar, diagnosticar, elegir, asignar, distribuir, actuar, evaluar, corregir, consensuar y comunicar; se les elige para que, con su gestión, aporten valor al pueblo o a la ciudad que gobiernan y para que la gente viva cada vez mejor en ellos. Y para actuar de esa forma, para actuar estratégicamente, hay que disponer de voluntad de iniciativa, hay que innovar y emprender, hay que estar atentos a las necesidades y demandas de la gente, hay que saber escuchar y dar respuestas de forma dinámica, y hay que tener coraje e impulso para superar las muchas dificultades que se presentan en el desarrollo de la gestión cotidiana.

Además de tener estrategia y de actuar estratégicamente, para ganar esa batalla decisiva también es preciso aglutinar las máximas voluntades posibles, conformar equipos sólidos y competentes y estar muy bien organizados, tanto por dentro como en el despliegue social que se realice en cada municipio. Elementos decisivos para lograr todo esto serán la capacidad para construir unos programas de actuación desde el consenso y la participación, la habilidad para aglutinar a personas y colectivos en torno a un grupo con liderazgo que genere ilusión y confianza, la dedicación a las responsabilidades y tareas encomendadas por la organización con total entrega, la proyección hacia la sociedad como colectivo unido y cohesionado y, como sucede con todas las cosas, el trabajo constante y perseverante, los empeños personales y colectivos, las ganas e ilusión.

Y yo he visto y sentido, además de buena estrategia y amplias capacidades políticas, muchas ganas e ilusión. Por eso, desde el norte hasta el sur, en el área metropolitana y en las medianías y cumbres de la isla, las mujeres y hombres, las ideas y el compromiso con la sociedad de nuestro tiempo… todo ello será muy importante para los vecinos de nuestros pueblos y ciudades, para los grancanarios y para toda Canarias.

Lejos de la imagen desproporcionada por los medios de comunicación de algunos casos aislados, la responsabilidad política y pública permite que los vecinos tengan unos servicios públicos mejor gestionados y un mayor protagonismo en las decisiones municipales; en nuestra isla, Gran Canaria, tendrán la posibilidad de acceder a un proyecto estratégico con visión de futuro y un mayor protagonismo en la construcción de Canarias, un autogobierno fuerte para todos los canarios y un mayor protagonismo en España y en el mundo.

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