Gran Canaria en el proyecto nacional de Canarias

Agradeciendo la invitación personal que Coalición Canaria de Gran Canaria me hizo para participar en esta Convención Insular, la acepté con mucho gusto, aunque soy plenamente consciente de que a algunos no les agrada y tratarán de aprovechar mi presencia aquí a título particular para cuestionar mi gestión institucional. Cuando interesa, ¡qué fácil es sembrar la confusión sobre la base de suposiciones! Hasta ahora no he dicho ni una sola palabra al respecto, pero hago mías las que escribió Ortega y Gasset hace ya algún tiempo: “No hay otra manera de educar y hostigar la conciencia pública que hacerla responsable de sus actos”. Y yo hoy, sin representar a institución alguna, solo quiero ser responsable de los míos, reivindicar mi derecho a ser persona comprometida con un proyecto de sociedad y, sobre todo, seguir siendo una persona coherente, y más en un momento en que es tremendamente necesario que todos ayudemos a recuperar ilusiones y aunar esfuerzos para conquistar ese gran futuro para Gran Canaria.

La coherencia personal, sí, ese valor que hoy tan poco se cultiva en una sociedad que practica tanto la hipocresía, es lo que debe motivar nuestras decisiones y actitudes en la vida, y también nuestros compromisos políticos. Porque cuando haces en cada momento lo que crees que debes hacer de acuerdo con tus convicciones, por encima de lo que interesadamente puedan decir de ti, no solo te sientes mejor persona, sino que también estás contribuyendo a construir una sociedad mejor. Por eso estoy aquí, por coherencia personal. Por eso estamos todos aquí, por coherencia colectiva con un proyecto de futuro que aspira a construir una Gran Canaria protagonista en Canarias y una Canarias con protagonismo en el mundo.

Creo en este proyecto; lo siento y lo defiendo. Siempre he pensado que si los canarios no somos capaces de dar solución a nuestros problemas nadie va a venir a resolverlos por nosotros. Por eso nunca me han gustado las correas de transmisión que no tienen capacidad de decisión propia ni los votos cautivos que se pliegan ante poderes ajenos a los intereses de Canarias, que no nos comprenden ni nos defienden. En un mundo como el actual, en el que hay que pensar globalmente y actuar localmente, y en el que cada territorio trata de reafirmar su identidad y hacer valer sus intereses, los canarios seguimos viviendo en unas islas del Atlántico tan pequeñas y vulnerables que solo nos toman en consideración si somos capaces de hacernos fuertes avanzando en la articulación de un proyecto netamente canario, dotado de voz propia y sin ataduras externas, que se proponga como objetivos irrenunciables la construcción de Canarias como sociedad avanzada y culta y la defensa de los intereses canarios.

A estas alturas los canarios ya hemos alcanzado la mayoría de edad como pueblo, gracias al avance realizado en educación y cultura, en conocimiento y capacidad innovadora, en creación de riqueza y empleo, en salud y atención social, en autogobierno y reconocimiento de nuestras singularidades. Sabemos, además, que estos logros se han debido en gran medida a la existencia de un nacionalismo positivo en Canarias, que obliga a las demás opciones políticas a contar con Coalición Canaria, a pensar en clave canaria y a tener en cuenta los intereses canarios tanto en España como en Europa. Pues bien, ahora que por fin hemos conseguido una cierta capacidad de decisión después de tantos años de incomprensión y olvido, los canarios no podemos permitirnos el lujo de que nuestras decisiones vuelvan a ser tomadas por otros desde fuera del Archipiélago mientras nosotros nos debilitamos en estériles enfrentamientos internos.

Los que creemos que es vital para Canarias la permanente reinvención de Coalición Canaria como expresión genuina de ese proyecto propio, vivo y cambiante, que continuamente debe adaptarse a los tiempos, no debemos consentir que todas las fuerzas acumuladas hasta ahora, resultado del intenso trabajo que se ha hecho y se sigue haciendo en tantos municipios e islas, en el gobierno de Canarias, en el Estado y en Europa, se debiliten por la existencia de algunos desaciertos propios, que es necesario reconocer con humildad y enmendar con valentía, y no pocos hostigamientos externos, a los que es preciso hacer frente con capacidad y decisión. Y para ello se requiere ganar en autoestima y conquistar cada día la estima de los demás, superando con arrestos suficientes tanto el cansancio que pueda haber en algunos por tanta entrega a la política como la pasividad en que hayamos podido incurrir los que la seguimos desde la distancia. Precisamente por eso, porque entramos en un momento crucial para ganar definitivamente nuestro futuro, pienso que está llegando el momento de que todos los que vemos imprescindible que Canarias tenga un proyecto político propio –y somos muchos los canarios que pensamos así— nos comprometamos decididamente con él, dejando atrás nuestros temores y resistencias a la participación activa en la política y procurando aportar lo mejor de nosotros para ayudar a hacer una buena gestión pública, con dedicación e ilusión, con competencia y eficacia, con honestidad y transparencia.
En ese proceso de construcción permanente de un proyecto nacional propio, forjado desde Canarias y por todos los canarios, Gran Canaria tiene que desempeñar un fuerte protagonismo, acorde con las enormes capacidades de que disponemos. Nuestra isla siempre se ha caracterizado por su empuje económico, por su dinamismo social, por su creatividad intelectual, por su decisiva aportación a la construcción de Canarias y por su capacidad de adaptación a los cambios del entorno en un mundo cada vez más interdependiente. Si repasamos un poco la historia –y siempre es bueno no perder la memoria histórica—, constatamos que los momentos en que Gran Canaria ha estado más activa y vigorosa coinciden con los de mayores logros para Canarias, mientras que los momentos en que Gran Canaria ha estado pasiva y debilitada se ralentiza el progreso de toda Canarias. Si esto ha sido siempre así, más lo será en el futuro, por las fortalezas que tenemos y las oportunidades que se nos presentan para el ejercicio de nuestro protagonismo.

Por contrastar las nuevas realidades que se abren paso con las que existían en un pasado no muy lejano, pensemos solamente en el enorme potencial de capital humano e intelectual con que contamos: jóvenes más preparados que nunca, universitarios con ganas de comerse el mundo, emprendedores que desean poner en marcha un nuevo negocio, directivos y mandos de empresas que apuestan por la innovación, personal de la administración empeñados en la mejora de la gestión pública, profesionales competentes para la prestación de servicios de calidad,… Y disponemos de estas capacidades, por primera vez en nuestra historia, en un momento en que se extiende la sociedad del conocimiento, que con el uso intensivo de las tecnologías de la información y las comunicaciones facilita la superación del aislamiento insular y la proyección de nuestra actividad fuera del Archipiélago. La constatación de todo esto es que ya no importamos mano de obra cualificada, como antes, sino que tenemos un problema de fuga de cerebros, mientras nos asola la amenaza de la superpoblación por el fenómeno de la inmigración.

La pregunta salta a la vista. ¿No merece la pena, por muchos esfuerzos que nos cueste, que todo este inmenso caudal de energías acumuladas, gracias al esfuerzo que han hecho nuestros padres por darnos educación, se pongan intensamente al servicio del progreso de nuestra isla y de la mejora de la calidad de vida de nuestra gente con el relanzamiento de un proyecto político para la isla que le haga recobrar su dinamismo y su protagonismo en la construcción de Canarias?

Creo que sí, que esta tarea inmensa merece la pena. Por ello es preciso seguir trabajando en la articulación de un proyecto coherente para Gran Canaria. Un proyecto innovador e ilusionante, que sea capaz de galvanizar todas las nuevas fuerzas que están activas en la sociedad para aportar las mejores soluciones concretas a los problemas reales de la gente. Un proyecto insular pensado en clave de solidaridad que vaya más allá del municipio o del barrio en el que se vive y ofrezca alternativas consistentes a los problemas generales de la isla. Un proyecto que apueste por el desarrollo sostenible y equilibrado de todas las comarcas insulares, sin exclusiones, pero también sin pretensiones exclusivas para ningún municipio o grupo de presión determinado. Un proyecto integrador en el que todos los sectores económicos y agentes sociales vean reflejadas sus preocupaciones y anhelos, porque se cuenta con ellos para su elaboración y puesta en práctica. Un proyecto para las personas, en el que se anteponga la defensa de los intereses generales por encima de otras consideraciones, incluso por encima de los intereses del partido. Un proyecto ejecutado por personas con sentido de la responsabilidad social, que se propongan aplicar los principios del buen gobierno en la gestión pública y hacer frente con rectitud a todo tipo de corruptelas y aprovechamientos ilícitos. Un proyecto con alturas de miras y sensatez –¡nada más y nada menos!— que aúne voluntades en torno a unas metas colectivas bien definidas a partir de una auténtica visión estratégica del importante papel que le corresponde desempeñar a Gran Canaria en Canarias y en el mundo.

Un proyecto como éste, tan necesario para Gran Canaria y para todas las islas, no es posible diseñarlo ni ponerlo en práctica al margen del proyecto nacional de Canarias, desde la vía estrecha del insularismo grancanario al que ahora se quieren apuntar tantos, como si fuéramos tontos. De la misma forma, tampoco es posible la articulación de un proyecto nacional sólido para Canarias sin contar con la decisiva participación de Gran Canaria, desde el otro insularismo igual de estrecho que también debemos combatir sin remilgos y al que a menudo se apuntan los que se dicen regionalistas, como si estuviéramos en una tómbola. Por eso creo que en estos momentos sigue siendo tan necesaria Coalición Canaria para Gran Canaria. Además de ser la única vía ancha, común a todas las islas, por la que podemos transitar sin ataduras ni dependencias externas de ningún tipo; también es la única casa propia que los grancanarios podemos construir desde dentro (que es como se construyen bien las cosas: aglutinando intereses, sumando fuerzas, equilibrando poderes), construir desde dentro –digo— ese proyecto nacional canario en el que el protagonismo de Gran Canaria es esencial.
Creo, sinceramente, que en estos momentos de letargo y confusión muchas personas preocupadas por la isla y por la defensa de los intereses canarios están pidiendo a gritos que seamos capaces de impulsar con fuerza ese proyecto de futuro innovador e ilusionante, dotado de credibilidad y solvencia, que tanto urge. Me consta que ya se está haciendo mucho para ello, desde diferentes ámbitos de actuación, pero aún queda mucho más por hacer. La labor es ardua y, desde luego, nada fácil. Pero estoy convencido de que si todos empujamos con fuerza en la misma dirección, uniendo todas las voluntades individuales en torno a un proyecto colectivo, en el que nadie –absolutamente nadie— sobra, y al que hay que atraer a otros muchos –a muchísimos más—, a buen seguro que entre todos lo conseguiremos.
Para ello es necesario seguir abriendo todas las puertas de par en par y acoger las nuevas iniciativas que están surgiendo con fuerza en nuestra sociedad. También, dar la cara continuamente y comunicar lo que hacemos y por qué lo hacemos, así como lo que haremos y para qué lo haremos. Y finalmente, demostrar en el día a día de la práctica cotidiana, allí donde cada uno de nosotros estemos, que tenemos un proyecto coherente para Gran Canaria y para Canarias, que diseñamos estrategias y emprendemos acciones de mejora en beneficio colectivo, que gestionamos con rigor y solvencia los asuntos públicos, y que estamos aquí para servir a la sociedad y no para servirnos de ella.

En este empeño colectivo, les doy las gracias, de verdad, por contar conmigo. Y también les digo, que cuando llegue el momento oportuno, una vez finalice mi labor en las responsabilidades que hoy tengo encomendadas, me tendrán a su disposición, sin pretensión personal alguna, encantado de poder echar una mano en lo que haga falta para impulsar este proyecto tan imprescindible para el progreso de nuestra Tierra y el bienestar de nuestra gente, que es lo más importante que tenemos en esta vida y a la que merece la pena entregarnos en cuerpo y alma. Muchos ánimos a todos, y… a seguir trabajando, que el tiempo apremia.

(Discurso pronunciado en la convención insular de Gran Canaria de Coalición Canaria)

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